Magreb / Mundo árabe/Islam
Implicancias de la reelección de Obama en el mundo árabe-magrebí
El 6 de noviembre pasado se concretó la reelección de Barack Obama, actual presidente de Estados Unidos. A partir de eso, ya se puede empezar a vislumbrar lo que podría modificarse (o no) en el Magreb y el Mashrek. El contexto ya es conocido. A fines de 2010 comenzó un proceso de cambios en el […]

El 6 de noviembre pasado se concretó la reelección de Barack Obama, actual presidente de Estados Unidos. A partir de eso, ya se puede empezar a vislumbrar lo que podría modificarse (o no) en el Magreb y el Mashrek.

El contexto ya es conocido. A fines de 2010 comenzó un proceso de cambios en el mundo árabe y magrebí, lo cual trajo como consecuencia la caída de dictadores como Muammar al Gaddafi (Libia), Hosni Mubarak (Egipto) y Zine el Abidine Ben Alí (Túnez).

Junto a eso, llegó la curiosa “transición democrática” de Yemen y, en paralelo, ciertos países árabes y magrebíes lograron enfrentar de mejor forma el nuevo camino. Ahí se cuentan, con diferentes matices, Marruecos, Argelia, Jordania y Omán, por dar algunos ejemplos.

Ayer, hablar del proceso de cambios significaba referirse a Siria, país que está sumido en una terrible guerra civil. Quiérase o no, este conflicto es el que se estaba llevando toda la atención, desplazando lo que al mismo tiempo ocurre en Bahrein y Mauritania, países que en cualquier minuto pueden “reventar”.

Incluso las clásicas tensiones al interior del Líbano pasaron a un segundo plano, algo que también se repetiría, en una zona mucho más lejana. Se trata de la famosa rebelión tuareg de Malí, la cual, hoy por hoy, ha convertido a este país en un cuasi estado fallido.

Las informaciones, provenientes desde Malí,  dan a entender que los rebeldes laicos del MNLA han perdido terreno frente a los islamistas radicales de Ansar Dine, Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) y del Movimiento por la Unidad y la Yihad en África Occidental (MUJAO). Todo estos grupos tienen nexos con Boko Haram (Nigeria) y Al Shabaab (Somalía).

Resumiendo, ayer, la atención estaba puesta en la guerra civil de Siria y, en menor medida, en la inminente intervención militar de Malí (aprobada por la ONU).

Hoy, con una nueva y agresiva operación de Israel en Gaza, el contexto ha cambiado. Las miradas se centran en Medio Oriente y es ahí donde cabe preguntarse qué influencia pueda tener Estados Unidos en este conflicto.

La respuesta no es difícil de imaginar. El gobierno de Barack Obama ya declaró que le da un total apoyo a Israel y, con eso, desechó la opción de haber dado un giro histórico.

Aún más, Obama desaprovechó la oportunidad de haberse convertido en una especie de Recep Tayyip Erdogan de Estados Unidos, es decir, un líder admirado y respetado por el mundo árabe y magrebí.

En este contexto, la reelección de Barack Obama no trae consigo un cambio en la política exterior de Estados Unidos, ni tampoco en los nexos de los países involucrados en este conflicto, que ya no puede ser catalogado como “árabe-israelí”, pues involucra a otros actores. Como Turquía o Irán, por ejemplo.

Lo que sí es cierto es que Estados Unidos puede tener, eventualmente, una fuerte implicancia, pues si sigue apoyando fuertemente a Israel, podría generarse un conflicto a gran escala.  Y si bien se dio a conocer la noticia de una tregua, eso está lejos de ser la solución al asunto en cuestión.

Así, sólo Egipto podría evitar el gran descalabro. Mohammed Mursi ha sido un hábil político y ha sabido aunar a las potencias regionales (Irán, Egipto, Arabia Saudita y Turquía) en el grupo de “reflexión” sobre los asuntos de Medio Oriente.

Si la postura egipcia –que se ha acercado a África, que ha puesto límites a Estados Unidos y que va encaminado a un modelo de Islam político moderado como el turco-  es la que finalmente prima, entonces será una gran derrota para Estados Unidos e Israel.

Parece ser, entonces, que el gobierno de Barack Obama no será capaz de asumir el desafío de adaptarse al nuevo mundo árabe y magrebí.  La sombra de Israel sigue dominando en el Congreso estadounidense.

Y eso, nadie lo puede y/o quiere cambiar.

Raimundo Gregoire Delaunoy
raimundo.gregoire@periodismointernacional.cl
@Ratopado